El corazón esclavo
Con las primeras luces del alba
confié a la brisa la historia de mis penas.
Me contestó: “Confía en la compasión del Señor”.
Las palabras son impotentes, no pueden expresar
los secretos de amor y el deseo las deja muy atrás.
Ata tu esclavo corazón a las trenzas de Laila
y sé valiente como lo fue Magnun.
Para el amante, las palabras discretas son locura.
Una sola de tus miradas, ¡oh, bienamada!,
hiere y sana al mismo tiempo.
Deja que mis manos acaricien
tus perfumados cabellos y, embriagándolo,
calmarás mi corazón.
El mundo, a un tiempo amable y viejo,
ignora la compasión.
¿Como confiar en la ternura de la amada?
¿Por qué pedirle remedio a nuestro mal?
¡No gastes en vano tu corazón, Hafiz!
¡Ve cómo todas las beldades son crueles
Con sus amantes!
Danzad, girad con los cantos de Hafiz
el de Shiraz, muchachas de Cachemira,
con ojos de negro diamante,
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