jueves, 5 de noviembre de 2009

Dos paisanos del 27







Cultura


Dos paisanos del 27

Los granadinos Francisco Ayala y Federico García Lorca siempre mantuvieron un trato de amistad

JUAN LUIS TAPIA
GRANADA
jltapia@ideal.es

El escritor conoció al poeta a través de su colaboración en 'La gaceta literaria' Francisco Ayala era ocho años menor que su paisano Federico García Lorca. A pesar de haber ido algún tiempo al mismo instituto, el Padre Suárez, nunca coincidieron en su Granada natal. Ambos, en aquellos primeros años del siglo XX, ni tan siquiera intuían que se convertirían en símbolos y referentes de lo más 'granado' del panorama intelectual.

El Madrid de los años veinte, el de la efervescencia de las vanguardias históricas, fue el escenario del comienzo de una gran amistad entre los dos ilustres granadinos. El joven escritor y periodista Francisco Ayala colaboraba en 'La gaceta literaria', publicación de referencia de la que sería en el futuro la Generación del 27. A través de esta publicación, el autor de 'Muertes de perro' se pondrá en contacto y relación con un gran número de sus coetáneos.

En el caso de García Lorca, Ayala rememorará su encuentro con el ya consagrado dramaturgo y poeta en 'Recuerdos y olvidos'. El pensador relata como, cierto día, yendo en busca del poeta, lo encontró sentado en la salita del hotel madrileño donde se hospedaba. «Que al verme llegar, me dijo: 'Ven acá; voy a tocar para que tú oigas una cosa que seguramente reconocerás. Es una canción popular granadina que yo he recogido de viva voz. La estoy transcribiendo al pentagrama'». Se trataba de una de las muchas canciones populares que García Lorca armonizó, y que posteriormente interpretara al piano junto a La Argentinita. «Y en seguida -prosigue Ayala en su relato- empezó a teclear con brío la canción de casa. Canción que luego habría de hacerse famosa en el mundo entero gracias a aquella transcripción lorquiana».

La entrevista

Aquella relación se plasmó en la revista literaria de referencia a través de dos escritos, que son del todo elogiosos. García Lorca estrenaba 'Mariana Pineda', y allí estuvo Francisco Ayala para contarlo en 'La gaceta'. El periodista cultural se acerca a su paisano, un dramaturgo ya consagrado, como el joven que admira a un autor que está rompiendo en el panorama literario y que destruye los tópicos modernistas, y sobre todo románticos de la heroína liberal. El encuentro se produce en el año 1927. Ayala entrevista al poeta, a quien califica como «juglar de los sueños -el hombre del puntero y el cartel truculento-: Federico García Lorca».

En otro de los párrafos de la entrevista, un vanguardista Francisco Ayala escribe sobre García Lorca: «Doctor de ciencia infusa -escribe con una pluma del ala de San Miguel, mojada en el tintero oblongo de la Plaza Larga-: Prodigio -torero- con alamares de risa. (Sin que faltara nunca lo de 'Ha quedao magistral')».

«-Y dime, Federico...», preguntaba el periodista.

«-Ah. No es una heroína para odas. No es eso. Mariana era una burguesa. Lírica. Al final se convierte en la personificación de la Libertad, por haber comprendido que su amante la traicionaba con la Libertad», contestó Federico en una muestra del nuevo concepto de su 'Mariana Pineda'.

El catedrático de Literatura y comisario de la gran exposición que se celebrará sobre la Generación del 27, Andrés Soria, estima que la entrevista de 'La gaceta literaria' «muestra a un Francisco Ayala que está empezando y que se encuentra ante un autor mayor que él y que es su paisano». «Lo que demuestra la entrevista -añade Soria- es que Ayala conoce muy bien lo que era la mitología sobre Mariana Pineda».

«Federico ha cantado con su voz alegre la historia de Mariana, y le ha rodeado la espléndida garganta con un collar de imágenes nuevas. A lo largo de su drama. De su romance. De su tragedia», escribió Ayala en otro apartado de la entrevista.

En una de esas raras coincidencias que deparan las hemerotecas, el retrato de García Lorca que aparece en 'La gaceta literaria' estaba firmado por Manuel Ángeles Ortiz, un artista granadino y amigo de ambos.

Ayala intentó la expresión poética y sólo publicó «un poema, que le salió bastante bien», dice Andrés Soria, pero el escritor siempre consideró que su prosa era la mejor poesía que podía hacer.

Dedicatorias

El biógrafo de Francisco Ayala y especialista en la obra de García Lorca, el poeta granadino Luis García Montero comenta que ambos autores «siempre mantuvieron un trato de amistad». «Ayala perdió muchos de sus libros durante su trasiego y exilio tras la Guerra Civil, pero nunca quiso recuperarlos a excepción de dos títulos: 'El jardín de los frailes', de Manuel Azaña, y el 'Romancero gitano', de Federico García Lorca, los dos dedicados por sus autores», señala García Montero.

Tanto García Lorca como Ayala compartieron también las páginas de la revista 'Gallo', una publicación que apareció en Granada en 1928, impulsada por el poeta, y de ella se editaron solamente dos números, uno en febrero y otro en abril de ese año. A pesar de una vida tan efímera, lo que por otra parte no era infrecuente en las publicaciones de los años veinte, la mayoría de las colaboraciones estaban dirigidas a reivindicar un Arte Nuevo para su tiempo. «Ayala publicó el artículo 'Susana saliendo del baño', en el que desde la referencia bíblica el narrador describe la modernidad de uno de aquellos baños de los años veinte», explica Luis García Montero.

«La muerte de Federico le impresionó mucho porque fue la misma que tuvo su primo el médico García Duarte», indica quien fuera el comisario del centenario del pensador granadino.

Ayala opinaba que el asesinato del poeta de Fuente Vaqueros era «un símbolo de la gran tragedia» que fue la Guerra Civil, por lo que sus restos no se debían desenterrar.

El exilio volvió a relacionar a Ayala con García Lorca, pero esta vez con los familiares del poeta granadino quienes se encontraban refugiados en Nueva York. «Asesinaron al padre y a un hermano de Ayala durante la Guerra Civil, y esta tragedia les unía a ambas familias», señala Andrés Soria. «Tanto los Lorca como Ayala también mantenían una actitud similar ante los crímenes, que era la de no dramatizar, aunque les producían angustia», añade el catedrático de Literatura.

Ayala esperó al final de la Guerra Civil para publicar un relato titulado 'El diálogo de los muertos', «que es una especie de alegoría a las víctimas de la contienda fratricida, que más allá del heroísmo anónimo están todos los muertos».

No existe la imagen de García Lorca junto a Francisco Ayala, pero quizá en alguna librería de viejo esté ese ejemplar perdido de 'Romancero gitano'

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